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Mejorar la sociedad a la vez que se obtienen beneficios: qué es la inversión ética

La inversión ya no está reservada a las grandes fortunas. En la actualidad, hasta los ahorradores más modestos dedican parte de su capital a la financiación de empresas. Ambos comparten un mismo objetivo: obtener un beneficio económico que les ayude a incrementar su patrimonio. Y, para lograrlo, tienen a su disposición una infinidad de alternativas. Pero los más concienciados con el bienestar social y medioambiental deben entender qué es la inversión ética.

La financiación tiene una repercusión sustancial sobre el mundo. Al fin y al cabo, a través de ella se puede contribuir a la mejora o al deterioro de la sociedad y del medioambiente. Si se invierte en compañías con malas prácticas, que contaminan su entorno o promueven la desigualdad, se está colaborando en la perpetuación de estas lacras.

No obstante, a la hora de realizar una inversión, cada vez priman más los criterios éticos. De hecho, existen individuos que ya sitúan este aspecto como una de sus principales preocupaciones, en lugar de anteponer el mero beneficio económico. Cada vez se castiga más la corrupción o el daño medioambiental. Y, por muy rentable que sea una organización, si cae en estos comportamientos, perderá una parte considerable de sus inversores.

El número de inversores que se inclinan por apoyar a empresas responsables no deja de crecer. Estos buscan proyectos sostenibles, enfocados en la protección del planeta y la igualdad de oportunidades. Sin un apoyo económico sólido, muchos de ellos no son capaces de despegar, y su lanzamiento al mercado fracasará.

Aquí entran en juego los canales de financiación alternativa, que les proporcionan una plataforma a estas iniciativas, difunden su actividad, y las ponen en contacto con posibles inversores.

Pero, ¿qué es la inversión ética? ¿Y por qué este modelo juega un papel trascendental en la transformación de la sociedad?

Qué es la inversión ética

La ganancia económica y la transformación social no son conceptos incompatibles. Ambas pueden y deben darse la mano. Sin embargo, las entidades bancarias tradicionales no compartían esta mentalidad. A la hora de decidir si financiar una compañía, tan solo primaban su rentabilidad, ignorando el resto de cuestiones.

Como respuesta a esta situación nace la inversión ética, que no se limita a tener en cuenta el aspecto económico, sino que aúna todas las variables. Este nuevo tipo de estrategias de inversión agrupa a todas aquellas finanzas que, sin descuidar el beneficio, apoyan a los proyectos que luchan por crear un mundo mejor. De este modo, el dinero aportado por el inversor logra generar cambios positivos en el entorno. Y ambas partes obtienen un beneficio.

El principal objetivo de estas organizaciones no consiste en obtener el máximo beneficio posible. No obstante, sí que tienen ánimo de lucro. Si no son rentables no lograrían sobrevivir, lo que les impediría seguir defendiendo sus causas. Por este motivo, siempre intentarán asegurar su viabilidad económica.

Existen otros canales disponibles para los ahorradores que desean invertir su patrimonio. Pero la mayoría de estas alternativas son más especulativas. Y, aunque la ganancia económica pueda ser superior en algunos casos, la ganancia que recibe la sociedad a través de la inversión ética entraña un valor incalculable.

La oportunidad que ofrece este modelo

Tras comprender qué es la inversión ética, es indispensable conocer cómo este fenómeno ha colaborado en la democratización del mundo financiero. En el pasado, las entidades bancarias disfrutaban del monopolio de la concesión de créditos. Todos los proyectos nacientes que precisaban financiación se veían obligados a recurrir a ellas, pues era prácticamente la única manera de obtener recursos. Si estas no daban el visto bueno, ya fuese debido a su viabilidad económica o a cualquier otro factor, la mayoría de negocios se despedían de su única oportunidad de financiación.

Esto provocaba que muchas grandes ideas no prosperasen por falta de recursos, lo que frenaba el progreso social y perpetuaba las injusticias.

Por fortuna, la inversión social logró dar un golpe en la mesa, dispuesta a darle la vuelta a esta situación. Su aparición supuso la creación de canales que permitían a las iniciativas acceder a recursos. De este modo, podrían constituirse de forma oficial y crecer en el mercado. En un escenario que discriminaba a los proyectos con fines éticos, esto supuso una mejora significativa en el reparto de oportunidades.

Asimismo, este modelo también presentaba ventajas para los individuos que deseaban invertir su dinero. Antes, sus opciones eran mucho más reducidas, por lo que la mayoría se limitaba a comprar y vender acciones en la bolsa de valores. Pero, con el nacimiento de la inversión ética, aquellas personas que deseaban obtener un beneficio económico a la par que contribuían a la sociedad vieron satisfecha su necesidad.

Ambas partes demandaban este modelo de inversión. Y el sistema bancario tradicional ignoraba sus peticiones y no parecía entender qué es la inversión ética.

Los ahorradores que saben qué es la inversión ética mejoran el mundo a la vez que obtienen beneficios

Cómo identificar a las compañías éticas

A pesar de que existen muchas organizaciones que llevan la responsabilidad corporativa por bandera, no todas adquieren un verdadero compromiso con su entorno. En algunos casos es una simple estrategia publicitaria, un discurso que no está acompañado de acciones reales. Por esta razón, no solo es importante entender qué es la inversión ética, sino también disponer de mecanismos para distinguir a las empresas que realmente son responsables.

Para empezar, es fundamental excluir a aquellas compañías con actividades negativas, es decir, cuyos productos o servicios sean dañinos para el ser humano o atenten contra su salud. Guiarse por los acuerdos internacionales también puede ser de utilidad. Hay que descartar de la ecuación a las organizaciones que vulneren tratados como la Declaración Universal de Derechos Humanos o no respeten los derechos básicos de sus trabajadores.

Recurrir a los índices elaborados por entidades independientes también sirve para descubrir a las empresas mejor valoradas. Estas firmas analizan las prácticas de las compañías y elaboran una clasificación por sectores, que resulta muy útil para orientar la decisión de los inversores. De manera similar, es de gran ayuda fijarse en sus criterios ASG (ambientales, sociales y de buen gobierno), evaluando sus acciones dentro de cada aspecto. Si se preocupa por no contaminar su entorno, promueve la igualdad y facilita la conciliación de sus trabajadores, será una buena opción.

La inversión temática es un recurso muy popular, en el que el ahorrador destina su dinero a un sector concreto. Las organizaciones que se adscriben a los Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la ONU le indican al inversor las causas que apoyan. Si estas se alinean con sus intereses, podrá dirigir su inversión en esa dirección.

Por último, se encuentra la inversión de impacto, que está ganando cada vez más adeptos. En esta modalidad, el ahorrador financia directamente aquellas iniciativas que desea apoyar. Y tiene la posibilidad de comprobar en primera persona cómo su capital beneficia a la comunidad o al medioambiente.

La plataforma de crowdfactoring desarrollada por Inversa

La cantidad de plataformas de inversión ética crece día tras día, en respuesta al creciente interés de la sociedad por estas alternativas. En este contexto, el factoring se alza como una opción muy atractiva. Según la Asociación Española de Factoring, esta modalidad experimentó un crecimiento del 11,5% durante el 2021.

A través de este método, las entidades financian las facturas de las empresas que necesitan liquidez. Estas les anticipan el dinero de una factura correspondiente a un bien o servicio ya entregado, y los intereses de la operación les generan una ganancia. Consciente de las ventajas que este sistema supone para los inversores y los proyectos, Inversa ha desarrollado su propia plataforma online de crowdfactoring.

Gracias a ella, los ahorradores entran en contacto con las organizaciones. Los primeros buscan incrementar su capital, a la vez que aportan su grano de arena en la creación de un mundo mejor. Con el impulso que les dan sus créditos, las compañías pueden llevar a cabo esa mejora. Y su proyecto de negocio viable les permite obtener beneficios y devolver el dinero junto con los intereses.

Esta no es una solución estándar, pues los inversores cobran los intereses por anticipado y pueden recuperar su inversión en menos de 180 días. Es una propuesta ágil y flexible, que resulta de gran atractivo para ambas partes.

Para asegurar la transparencia, tan solo se publican iniciativas viables con un impacto positivo en la comunidad. Una vez el ahorrador confirma la inversión, se envía el importe a la empresa, al que se le descuentan las comisiones y los intereses. De esta cantidad se retiene el 10%, liberado una vez el cliente abona la factura y se devuelve el dinero al inversor.

En definitiva, las organizaciones más responsables no son las que se limitan a no obtener beneficios a costa de dañar el medioambiente o perjudicar a la sociedad. Son aquellas que incorporan esta clase de compromisos en sus procesos internos y su toma de decisiones, impregnando toda su cultura empresarial con este espíritu.

Y cuando la inversión pone estos valores en el centro, los beneficios obtenidos se multiplican.

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