Los criterios ASG: una guía de comportamiento ético para las empresas

La lupa con la que se examina a las organizaciones es cada vez más nítida. Incluso la falta más nimia puede ponerlas en el punto de mira. Las protestas contra ellas no hacen más que intensificarse, un fenómeno promovido por la expansión de las redes sociales. En un escenario en el que cada vez es más difícil mantenerse a flote, resulta muy conveniente que las compañías incorporen los criterios ASG en sus procesos. El auge de la inversión socialmente responsable introdujo poco a poco los criterios ASG en el panorama empresarial. No obstante, hace cincuenta años la situación distaba mucho de la actual. Si bien siempre han existido negocios concienciados con su entorno que aportaban su grano de arena, la mayoría de sus esfuerzos se centraban en un área concreta. Por lo general, las empresas carecían de un enfoque integrado. Pero poco a poco, la inversión ética fue ganando adeptos, hasta el día de hoy, en el que prácticamente es aceptada por todas las firmas. Durante su evolución, se produjeron dos pasos a nivel institucional que le dieron un impulso muy sustancial. En el 2005, la ONU publicó sus Principios para la Inversión Responsable, una muestra evidente del interés de las altas esferas en estas cuestiones. Nueve años más tarde, en el 2014, la Unión Europea modificó la legislación y comenzó a exigir que los reportes elaborados por las organizaciones incluyesen los criterios ASG. Pero, ¿en qué consisten realmente los criterios ASG? ¿Y por qué se han vuelto indispensables para cualquier compañía que desee asegurar su supervivencia?
Qué son los criterios ASG
Una estrategia basada en los criterios ASG implica prestar especial atención al impacto de las decisiones tomadas por una empresa a nivel ambiental, social y de gobernanza. Esta es una perspectiva grupal: la firma debe emprender acciones responsables en todas las áreas. Las tres son parte de un todo, no se puede efectuar una gestión formidable en una y descuidar el resto. Para tener éxito en esta tarea es vital realizar un ejercicio muy profundo de autocrítica. La organización se tiene que hacer un sinfín de preguntas, y debe responderlas con honestidad para comprobar su desempeño en estos ámbitos. Un enfoque inspirado en los criterios ASG también le aporta una serie de directrices que puede poner en práctica si desea ser más ética. Esto, a su vez, le permitirá a atraer a un mayor número de inversores o clientes, ya que hoy en día la sostenibilidad es un activo muy valorado por todos los actores del sistema empresarial, que la priorizan en sus estrategias de inversión. Si bien en el pasado los negocios prácticamente disfrutaban de carta blanca para incurrir en todo tipo de actividades nocivas o perjudiciales, ahora el más mínimo fallo puede provocar repercusiones de gran magnitud. Adoptar los criterios ASG, por tanto, resulta de gran ayuda, pues sirve para prevenir posibles riesgos. Si el comportamiento de una compañía es excelente en los tres campos, disminuirá considerablemente la posibilidad de enfrentarse a una crisis por culpa de sus propias acciones.
El apartado medioambiental
El primer aspecto a la hora de implantar una estrategia estructurada en los criterios ASG es el medioambiental. Este campo hace referencia a todas las medidas puestas en marcha por la empresa para cuidar su entorno. Asimismo, estudia la repercusión de sus actividades en el medioambiente. Por ejemplo, si sus procesos son contaminantes, no estará haciendo un buen trabajo. Algunos de los ejemplos más destacados de buenas prácticas a nivel medioambiental son el uso de energías renovables, la apuesta por la eficiencia energética, el reciclaje de residuos, la oposición a la experimentación con animales, el aprovechamiento de los recursos escasos y la reducción de la contaminación y la huella de carbono. Las firmas que pongan en práctica estas actividades estarán contribuyendo positivamente al cuidado del medioambiente y disminuyendo los impactos negativos que sus actividades podrían causar. Además, las organizaciones pueden profundizar todavía más y redoblar su compromiso de otras formas. En este sentido, alinearse con su sector aporta mucha coherencia a su discurso. Una compañía que fabrica papel podría colaborar con asociaciones dedicadas a la plantación de árboles, y una empresa de cruceros podría apoyar económicamente a pequeñas iniciativas que luchan para limpiar los océanos.