Los criterios ASG: una guía de comportamiento ético para las empresas

14/11/2022
Los criterios ASG: una guía de comportamiento ético para las empresas

La lupa con la que se examina a las organizaciones es cada vez más nítida. Incluso la falta más nimia puede ponerlas en el punto de mira. Las protestas contra ellas no hacen más que intensificarse, un fenómeno promovido por la expansión de las redes sociales. En un escenario en el que cada vez es más difícil mantenerse a flote, resulta muy conveniente que las compañías incorporen los criterios ASG en sus procesos. El auge de la inversión socialmente responsable introdujo poco a poco los criterios ASG en el panorama empresarial. No obstante, hace cincuenta años la situación distaba mucho de la actual. Si bien siempre han existido negocios concienciados con su entorno que aportaban su grano de arena, la mayoría de sus esfuerzos se centraban en un área concreta. Por lo general, las empresas carecían de un enfoque integrado. Pero poco a poco, la inversión ética fue ganando adeptos, hasta el día de hoy, en el que prácticamente es aceptada por todas las firmas. Durante su evolución, se produjeron dos pasos a nivel institucional que le dieron un impulso muy sustancial. En el 2005, la ONU publicó sus Principios para la Inversión Responsable, una muestra evidente del interés de las altas esferas en estas cuestiones. Nueve años más tarde, en el 2014, la Unión Europea modificó la legislación y comenzó a exigir que los reportes elaborados por las organizaciones incluyesen los criterios ASG. Pero, ¿en qué consisten realmente los criterios ASG? ¿Y por qué se han vuelto indispensables para cualquier compañía que desee asegurar su supervivencia?

Qué son los criterios ASG

Una estrategia basada en los criterios ASG implica prestar especial atención al impacto de las decisiones tomadas por una empresa a nivel ambiental, social y de gobernanza. Esta es una perspectiva grupal: la firma debe emprender acciones responsables en todas las áreas. Las tres son parte de un todo, no se puede efectuar una gestión formidable en una y descuidar el resto. Para tener éxito en esta tarea es vital realizar un ejercicio muy profundo de autocrítica. La organización se tiene que hacer un sinfín de preguntas, y debe responderlas con honestidad para comprobar su desempeño en estos ámbitos. Un enfoque inspirado en los criterios ASG también le aporta una serie de directrices que puede poner en práctica si desea ser más ética. Esto, a su vez, le permitirá a atraer a un mayor número de inversores o clientes, ya que hoy en día la sostenibilidad es un activo muy valorado por todos los actores del sistema empresarial, que la priorizan en sus estrategias de inversión. Si bien en el pasado los negocios prácticamente disfrutaban de carta blanca para incurrir en todo tipo de actividades nocivas o perjudiciales, ahora el más mínimo fallo puede provocar repercusiones de gran magnitud. Adoptar los criterios ASG, por tanto, resulta de gran ayuda, pues sirve para prevenir posibles riesgos. Si el comportamiento de una compañía es excelente en los tres campos, disminuirá considerablemente la posibilidad de enfrentarse a una crisis por culpa de sus propias acciones.

El apartado medioambiental

El primer aspecto a la hora de implantar una estrategia estructurada en los criterios ASG es el medioambiental. Este campo hace referencia a todas las medidas puestas en marcha por la empresa para cuidar su entorno. Asimismo, estudia la repercusión de sus actividades en el medioambiente. Por ejemplo, si sus procesos son contaminantes, no estará haciendo un buen trabajo. Algunos de los ejemplos más destacados de buenas prácticas a nivel medioambiental son el uso de energías renovables, la apuesta por la eficiencia energética, el reciclaje de residuos, la oposición a la experimentación con animales, el aprovechamiento de los recursos escasos y la reducción de la contaminación y la huella de carbono. Las firmas que pongan en práctica estas actividades estarán contribuyendo positivamente al cuidado del medioambiente y disminuyendo los impactos negativos que sus actividades podrían causar. Además, las organizaciones pueden profundizar todavía más y redoblar su compromiso de otras formas. En este sentido, alinearse con su sector aporta mucha coherencia a su discurso. Una compañía que fabrica papel podría colaborar con asociaciones dedicadas a la plantación de árboles, y una empresa de cruceros podría apoyar económicamente a pequeñas iniciativas que luchan para limpiar los océanos.

El apartado social

Cuando una firma está adquiriendo un enfoque basado en los criterios ASG, el segundo ámbito a tener en cuenta es el social. Este aspecto incluye todas las acciones llevadas a cabo por la organización para impulsar a los miembros de sus comunidades y hace referencia a los impactos causados por su actividad en la sociedad. Todas las acciones emprendidas por las compañías para fomentar la alfabetización, la cultura, la educación, la salud, los derechos humanos o la igualdad de oportunidades se enmarcan dentro de este apartado social. Además, también se pueden financiar iniciativas que luchan por transformar positivamente la sociedad y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos. Algunas empresas llevan este compromiso más allá y deciden crear sus propias fundaciones o campañas para hacer esto realidad. De nuevo, es posible llevar esto a cabo en línea con su actividad. Una compañía del sector sanitario puede apoyar proyectos que promuevan la vacunación de niños en países en vías de desarrollo, y un negocio de refrescos puede construir pozos en lugares donde el acceso al agua potable no sea sencillo.

El apartado de buen gobierno

El último de los campos que se debe tener presente para efectuar una buena gestión de los criterios ASG es el de buen gobierno, o el de gobernanza. El significado de ambos términos es idéntico: la dirección de la organización de una manera correcta y basada en la rendición de cuentas. Pero, ¿en qué se traduce esto? Las empresas caracterizadas por el buen gobierno no abusan de una estructura jerárquica, escuchan la voz de todos sus empleados, ofrecen canales de comunicación para sus stakeholders y fomentan la igualdad y la diversidad en su plantilla. Asimismo, se adecúan a las normativas jurídicas, defienden los intereses de sus accionistas, apuestan por la transparencia, buscan la satisfacción del cliente, luchan por la calidad de sus productos y servicios y aseguran la eficiencia de sus procesos. Mientras que los dos apartados anteriores afectan sobre todo a la cara externa de la firma y sus repercusiones en el mundo, el apartado de buen gobierno se refiere a su cara interna. No obstante, cuando una persona interactúa con una compañía puede intuir si realmente hace un buen trabajo en este aspecto, y lo valorará positivamente.

Los criterios ASG y la inversión ética

Todas las empresas que se enmarcan dentro de la categoría de organizaciones éticas realizan una buena gestión de estos tres ámbitos. Y, al mismo tiempo, no descuidan su rentabilidad. El beneficio económico no es incompatible con el beneficio medioambiental o social. Todo lo contrario. Combinados de modo correcto, los tres se potencian entre ellos. En la actualidad se evalúa a las firmas desde las tres perspectivas, en lugar de tener en cuenta únicamente el prisma económico. Esto da como resultado una evaluación más rigurosa y fiable. Ser considerada una compañía ética esconde una multitud de beneficios. Para empezar, es una fuente de captación de ingresos muy eficaz. Hay un segmento muy elevado de clientes e inversores interesados en colaborar con proyectos sostenibles, lo que repercute de forma directa en sus beneficios. Por este motivo, un gran número de empresas se están sumando a esta tendencia. Estas no solo estudian y tratan de mejorar el impacto de sus actividades, sino que buscan maneras de generar riqueza en la sociedad y en el planeta. Aunque los criterios ASG son una guía muy útil para invertir con ética, el paraguas que abarca esta disciplina es mucho más amplio. Esta modalidad de financiación también anima a los inversores a tener en cuenta el sistema best-in-class, a guiarse por los tratados internacionales, a excluir a las organizaciones con actividades negativas y a aplicar métodos como la inversión temática o de impacto. En definitiva, los criterios ASG son una brújula muy fiable para convertir a las firmas en compañías éticas y responsables. Y entrañan una utilidad inmensa para todas aquellas que desean contribuir a la creación de un mundo mejor. Una misión en la que no se puede obviar el papel que desempeñan las empresas y las plataformas de financiación alternativa.

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