Divide y vencerás: consejos para minimizar los riesgos de las inversiones

Un inversor siempre intentará obtener la máxima rentabilidad con el mínimo nivel de riesgo. Aunque eliminar por completo de la ecuación este último factor es prácticamente imposible, existen una serie de trucos que permiten disminuir de modo considerable los riesgos de las inversiones.
Los romanos nos revelaron cómo hace más de dos milenios. «Divide y vencerás», repetían los militares y estrategas de aquella época. Un consejo que pusieron en práctica figuras como Julio César y Napoleón, y que continúa vigente a día de hoy.
Poner todos los huevos en la misma cesta puede resultar atractivo cuando, a cambio, se promete una rentabilidad muy sustancial. Pero generalmente no es un movimiento sabio. Si por cualquier motivo la operación sale mal, el ahorrador perderá una cantidad de dinero muy considerable.
Por el contrario, aquellos que diversifican su capital en diferentes productos financieros, sobre todo si son de naturaleza muy diversa, podrán amortiguar las pérdidas en caso de que uno de ellos les falle. De esta forma, apenas notarán el efecto de esa caída en su cartera, pues esta se ve compensada por las ganancias de las demás, mitigando así los riesgos de las inversiones.
¿Cuáles son los riesgos de las inversiones?
Antes de confirmar la operación es fundamental meditar todos los riesgos que podrían condicionar la obtención de beneficios, para así tomar las decisiones de inversión de manera sabia.
Cuando se invierte en productos de la bolsa de valores, se corre el riesgo de que la acción caiga de precio y que la rentabilidad sea menor de la esperada. Si este descenso es muy acusado, podría suponer la pérdida integral de la inversión original.
Cuando se invierte en sistemas de financiación alternativa como el crowdlending o el crowdfactoring, existe la posibilidad de que la empresa en la que se ha confiado sea incapaz de devolver la cantidad prestada. Esto podría desencadenar un proceso judicial, con el fin de obligarla a subsanar la deuda.
De todos modos, esta situación tan solo se produce en circunstancias muy específicas. Y, para prevenir a los ahorradores, se han desarrollado varias escalas que miden los riesgos de las inversiones. Así, las personas comprueban fácilmente si el producto por el que van a apostar entraña un riesgo alto, medio o bajo.
Clases de riesgos de las inversiones
Es vital tener presente que hay varios tipos de riesgos de las inversiones. Para comenzar, se hallan los riesgos sistemáticos: aquellos que son externos a la organización e influyen en todo el mercado. Por ejemplo, la irrupción de una pandemia o el estallido de una guerra, que provocan un incremento en los precios de las materias primas y un desplome en el precio de las acciones. Como afectan a todas las compañías por igual, son más difíciles de evitar, y la diversificación pierde su utilidad.
A continuación, se encuentran los riesgos legislativos, derivados de la capacidad de los gobiernos de modificar la legislación y del impacto de sus decisiones en el tejido empresarial. A través de las leyes, los gobernantes pueden incentivar la inversión o castigar a las firmas que operan dentro de sus fronteras.
Por otra parte, se hallan los riesgos no sistemáticos, aquellos que sí que están estrechamente relacionados con la actividad de las propias organizaciones. Si atraviesan una época de malas ventas, la competencia toma la delantera o los directivos son acusados de malas prácticas, su solvencia y el precio de sus acciones se pueden ver gravemente afectados. En esta clase de riesgos, la diversificación sí que se eleva como una estrategia muy útil.
Hay otro tipo de riesgos de las inversiones, como aquellos derivados de la inflación, un fenómeno que mina poco a poco el valor del dinero invertido, o los riesgos de los tipos de interés o de divisas, pues el aumento o la reducción de su valor también repercute en los beneficios obtenidos.
El triángulo entre riesgo, liquidez y rentabilidad
En toda inversión conviven tres aspectos clave: la rentabilidad, el riesgo y la liquidez. Los tres están estrechamente relacionados de forma que, si uno de ellos crece, otro decrecerá. Por tanto, los ahorradores deben examinarlos concienzudamente para cerciorarse de que la inversión se adecúa a sus necesidades.
¿Qué es la rentabilidad? Los beneficios recabados por el inversor como consecuencia de la operación. Generalmente, se expresa mediante un porcentaje sobre la cantidad original. Por ejemplo, si se invierten 100 euros a un 2 % de rentabilidad, la ganancia es de dos euros.
¿Qué es el riesgo? La posibilidad de que el deudor no se ciña a los plazos de devolución establecidos o que nunca llegue a saldar dicha deuda, incumpliendo las condiciones del contrato. Habitualmente, los retrasos están sancionados, por lo que deberá aportar un interés extra para compensarle al ahorrador el tiempo de espera.
¿Qué es la liquidez? La facilidad de la que se dispone para disfrutar de nuevo del dinero invertido en el momento deseado. Si el inversor mantiene la capacidad de retirar su capital y convertirlo de nuevo en efectivo sin incurrir en pérdidas, la liquidez de la operación será muy elevada.
Para compensar el riesgo es común ofrecer más rentabilidad, por lo que estas dos variables suelen ir de la mano. A mayor riesgo, mayor rentabilidad, y viceversa. No obstante, esto se traduce en una menor liquidez, ya que los tres valores funcionan como una balanza. Cuanta mayor liquidez, menor será el riesgo y menor será la rentabilidad. Si el ahorrador no realiza un sacrificio grande, no recibirá una recompensa elevada.
En función de si el inversor es más arriesgado y busca maximizar las ganancias, o es más conservador y opta por ir sobre seguro, apostará por una opción u otra. Si la prioridad es atenuar los riesgos de las inversiones, buscará alternativas que ofrezcan mayor liquidez, aunque perjudique la rentabilidad.
Otros consejos para mitigar los riesgos de las inversiones
La diversificación de la cartera no es la única manera de disminuir los riesgos de las inversiones. El ahorrador tiene que ejecutar una inspección profunda de todas las alternativas disponibles en el mercado, haciendo hincapié en los riesgos asociados a cada una de ellas y huyendo de las opciones más volátiles.
Realizar un análisis constante de la actualidad y del estado del planeta también resulta de gran ayuda. Este examen debe enfocarse especialmente en las circunstancias políticas, sociales y económicas que podrían influir en el estado de los mercados y en el sector al que pertenece la empresa en la que se va a inyectar dinero. Gracias a este esfuerzo, es posible averiguar si la coyuntura actual es favorable para invertir o, por el contrario, se debería retirar la inversión.
Asimismo, es conveniente consultar las posibilidades disponibles con profesionales y expertos en la materia, sobre todo si el ahorrador no tiene muchos conocimientos financieros. Examinar la trayectoria de la organización y su rendimiento en el pasado brinda una idea aproximada de su desempeño y su salud financiera.
Por último, algunos productos abren la puerta a la contratación de un seguro financiero destinado a proteger al inversor, una verdadera garantía de seguridad.
¿Cómo gestiona Inversa los riesgos de las inversiones?
Desde Inversa Invoice Market, una plataforma de financiación alternativa, hemos suscrito un compromiso muy sólido con la inversión ética, y tratamos de ayudar a todas las personas a comprender los riesgos de las inversiones y a optimizar sus estrategias de inversión.
Por este motivo, trabajamos con dos ratings de calificación crediticia: INFORMA y Dun & Bradstreet. Tras evaluar la valoración de los negocios que solicitan participar en nuestro mercado de facturas, descartamos aquellos que presentan un riesgo comercial elevado o un riesgo alto según estas escalas. De esta forma, elevamos la protección de los ahorradores y tratamos de evitar el riesgo de impago por parte de las compañías.
Además del análisis financiero y del análisis del informe crediticio externo, en Inversa emprendemos un análisis del histórico de reembolso de cada empresa dentro de nuestra plataforma, con el objetivo de comprobar que siempre ha cumplido las condiciones y no tiene deudas pendientes.
Todas estas medidas construyen una muralla muy robusta erigida para proteger a los inversores. Pero, sin lugar a dudas, el consejo más eficaz para controlar al máximo los riesgos de las inversiones consiste en escuchar a los romanos, y no jugar todo a una sola carta.