Cómo las plataformas de inversión ética pretenden hacer del mundo un lugar mejor

05/10/2022
Cómo las plataformas de inversión ética pretenden hacer del mundo un lugar mejor

El dinero es una de las principales formas de apoyo. La mayoría de los proyectos despegan gracias a la financiación de las personas que creen en ellos. Sin embargo, no todos acceden a las mismas oportunidades. Hay iniciativas que luchan de manera incansable para mejorar la sociedad, pero no reciben los recursos suficientes. Para dar la vuelta a esta situación nacen las plataformas de inversión ética. Tradicionalmente, los inversores han compartido un único objetivo: la máxima obtención de beneficios posible. Con este afán, no otorgaban valor a las consecuencias que sus actos generaban en la comunidad. A menudo, las organizaciones a las que prestaban dinero se veían envueltas en escándalos o cometían actividades irregulares. Pero hasta sus comportamientos más reprochables, como la contaminación del entorno, apenas causaban repercusión en la opinión de sus inversores. Mientras les produjese ingresos, el resto de factores carecía de importancia. No obstante, invertir significa apoyar. Todo aquel que destina su dinero a compañías que, por ejemplo, atentan contra el medioambiente, también está siendo partícipe de ello, aunque sea de manera indirecta. Por suerte, la sociedad ya está reaccionando. Muchas personas e instituciones han dado un golpe en la mesa, exigiendo más responsabilidades a las empresas. Y, como respuesta a estas demandas, nacen las plataformas de inversión ética.

Qué son las plataformas de inversión ética

El beneficio económico no tiene por qué estar reñido con el beneficio social. Esta es la máxima que caracteriza a las estrategias de inversión basadas en la inversión ética, aquella que compatibiliza la rentabilidad con la aportación a la comunidad. Existen multitud de proyectos que buscan provocar un cambio en el mundo, pero no disponen del apoyo necesario. Son iniciativas que promueven la inserción laboral, el comercio justo, las energías renovables, el reciclaje de residuos, la solidaridad, la sostenibilidad, la educación, la cultura… Su ámbito de actuación es muy amplio. En resumen, todas ellas tratan de cuidar el medioambiente y crear una sociedad con igualdad de oportunidades. Su principal meta no es la generación de ingresos. Por este motivo, en repetidas ocasiones se han visto excluidas del sistema bancario tradicional. Afortunadamente, las plataformas de inversión ética han establecido canales para apoyarlas y darles una oportunidad, a la vez que aseguran la ganancia de los inversores. A pesar de que su objetivo central no sea lucrarse, esto no significa que no sean viables. Al contrario. Este tipo de compañías también buscan ser rentables, pues es lo que les permite garantizar su supervivencia. La propuesta de valor de las plataformas de inversión ética radica precisamente en la combinación de estos dos aspectos. Si persiguen la rentabilidad a toda costa, no son éticas. Si tan solo procuran un beneficio social o medioambiental, no son empresas.

Un reparto más equitativo de las oportunidades

Este nuevo modelo aboga por exigir a las compañías una mayor rendición de cuentas. La financiación aparece como un mecanismo para construir la sociedad deseada: más justa, más sostenible, más integradora. Es un vehículo para mejorar las condiciones de vida del planeta y de sus habitantes. Por esta razón, a la hora de decidir en qué organizaciones depositar su dinero, los ahorradores conceden cada vez más importancia a la responsabilidad corporativa. En muchos casos, son las propias plataformas de inversión ética las encargadas de seleccionar los proyectos a impulsar. Indagan entre todos aquellos que precisan recursos, y crean un directorio que ponen a disposición de los inversores. Ya no se busca tanto la alianza con multinacionales, sino que se apoya a personas que quieren provocar un cambio en sus comunidades. Esto entraña más valor, ya que el inversor puede comprobar en primera persona cómo su inversión repercute directamente en los ciudadanos. Este es uno de los principales beneficios de las plataformas de inversión ética: se mantiene el control del curso del dinero en todo momento. El nivel de transparencia es muy elevado, puesto que se publica a qué partidas se destinan los ahorros. Este sistema implica un uso ético del dinero, entendido como un medio, y no como un fin en sí mismo. Es una palanca de transformación. Un instrumento con un poder inmenso, que se pone al servicio de la sociedad.

Un escenario mundial que reclama cambios

Durante el siglo pasado, las voces que criticaban el sistema de finanzas tradicional se intensificaron. Su discurso comenzó a ganar fuerza. Reclamaban más responsabilidades a las compañías, pues entendían que una mala inversión del dinero podía ser muy perjudicial. Estas protestas no fueron en vano. Poco a poco, más personas ponían el foco en la necesidad de causar un impacto positivo a través de las finanzas. E insistían en excluir a todas aquellas empresas cuyas acciones repercutían negativamente en la sociedad. Este cambio en la mentalidad provocó el nacimiento de las plataformas de inversión ética. Los microcréditos fueron una de las primeras iniciativas. Este sistema, creado por el economista Muhammad Yunus, le valió el Premio Nobel de la Paz en el año 2006. Con él, pretendía reducir la pobreza en los países en vías de desarrollo. En estas regiones, muchos ciudadanos no disponen de acceso a los bancos tradicionales, lo que perpetuaba su mala situación económica. El funcionamiento de los microcréditos es muy simple. Son préstamos que se conceden a personas con bajos recursos, para animarlas a emprender un negocio o una actividad que les genere beneficios. De este modo, colaboran en sus comunidades y pueden llevar un estilo de vida más digno. Su duración es breve y las cantidades económicas son reducidas, por lo que pronto se hicieron muy populares.

Otras plataformas de inversión ética

El apoyo durante las etapas más tempranas de los proyectos es crucial para darles el impulso que necesitan para asentarse en el mercado. El crowdfunding y el crowdlending son dos mecanismos de inversión ética creados con este fin. En la primera alternativa, el inversor no busca su propio beneficio, sino que realiza una donación desinteresada. No obstante, ambas partes pueden acordar que reciba una compensación a cambio de su ayuda. Hoy en día existen una infinidad de plataformas online que facilitan el crowdfunding, dando visibilidad a las iniciativas en busca de recursos. Este sistema tiene una variación, conocida como crowdfunding equity. Es la opción preferida por aquellos inversores que sí desean obtener cierta rentabilidad, pues reciben un porcentaje de la participación de la compañía. No obstante, entraña cierto nivel de riesgo, pues solo obtendrán beneficios si el proyecto es exitoso. En el crowdlending, el ahorrador realiza un préstamo, que recuperará posteriormente. Y su ganancia es generada por los intereses acordados entre las partes. El funcionamiento es muy similar al de los préstamos bancarios. Como había muchas pequeñas empresas que no lograban acceder a ellos, se creó este medio, en el que el capital es aportado por las personas. Dentro de esta modalidad surgió el crowdfactoring, en el que los inversores financian las facturas de las organizaciones, obteniendo una rentabilidad por ello. Para incrementar la seguridad de las transacciones, todo se realiza a través de plataformas de inversión ética especializadas.

La situación actual en España

Las plataformas de inversión ética están cobrando un protagonismo mayúsculo. Cada vez son más los negocios y los ahorradores que recurren a ellas. Pero, ¿cómo ha acogido España este nuevo sistema de financiación? El Barómetro de las Finanzas Éticas realiza una radiografía anual del estado del sector. Publicado por el Observatorio de las Finanzas Éticas, el informe del 2020 muestra un escenario favorable. Durante ese año se lograron reunir más de 2.450 millones de euros provenientes de ahorros, de los cuales 1.720 millones se destinaron a la financiación de proyectos transformadores. Esto se traduce en unos 190.000 usuarios de la banca ética, una cifra que ha ido aumentando con el paso de los años. Por sectores, el medioambiental es el que más recursos capta, seguido de cerca por el social. La incapacidad de las compañías para devolver los pagos es una de las principales preocupaciones de los inversores. Sin embargo, la tasa de morosidad en las entidades éticas es del 1,5%. Tres puntos menos que en las entidades convencionales, donde esta cifra se eleva hasta el 4,5%.

La solución propuesta por Inversa

Poco a poco, las plataformas de inversión ética van ganando terreno. E Inversa ha decidido liderar esta ola, realizando una fuerte apuesta por el crowdfactoring. La propuesta de valor de la firma, dedicada a la financiación online de facturas, se basa en conectar a ahorradores y empresas para promover la economía real. Es una solución basada en la transparencia, la flexibilidad y la agilidad. Esto resulta muy atractivo para los inversores, que cobran los intereses por anticipado. Además, recuperan su dinero en un período de entre 30 y 180 días. Como parte de su compromiso con la comunidad, Inversa tan solo publica aquellos proyectos que generan un efecto positivo en su entorno. El proceso es muy simple: las compañías suben sus facturas a la plataforma, donde son verificadas por expertos. Estos les otorgan un coste y una rentabilidad en función de su calificación crediticia, determinada por terceros de confianza, en un ejercicio de transparencia. Tan solo aceptan aquellos negocios con un grado de calidad crediticia suficiente para hacer frente a sus obligaciones. Acto seguido, las dan a conocer a su comunidad de inversores. Cuando el ahorrador decide financiar una de las facturas, cobrará el interés por anticipado. A continuación, la empresa recibe el importe, al que se le descuentan las comisiones y los intereses. Además, se retiene un 10% de la cantidad total, que se libera cuando el cliente abona la cantidad y se devuelve el dinero al inversor. A través de este método, a día de hoy ya han logrado financiar más de 2.200 facturas, con una rentabilidad media cercana al 6,65%, una prueba evidente de su efectividad.

Primar las repercusiones positivas en la sociedad

En los últimos años no han cesado de surgir nuevas formas de financiación alternativa. Junto a ellas, aparecen otros medios de inversión, pero no todos contribuyen a cuidar el medioambiente o a crear una sociedad más igualitaria. Algunos de estos sistemas incluso se prestan a un nivel elevado de especulación, sin impactar positivamente en la comunidad. Por el contrario, las plataformas de inversión ética ponen el foco en aquellos proyectos que sí luchan para construir un mundo mejor. Pretenden equilibrar la balanza, puesto que las entidades bancarias tradicionales no les brindan suficientes oportunidades para desarrollarse. Soluciones como Inversa no solo garantizan la rentabilidad a los inversores, sino que dan alas a iniciativas transformadoras.


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