La aparición de nuevos mecanismos de financiación alternativa ha puesto en evidencia que existe un mundo más allá de los préstamos bancarios. En la actualidad, cualquier empresa en busca de recursos tiene a su disposición una variedad de alternativas, y puede apostar por aquella que más le convenga. En este contexto, sistemas como el factoring y el confirming son algunas de las opciones preferidas por los proyectos que necesitan liquidez.
Pero esto no solo beneficia a las organizaciones, ya que los propios ahorradores disfrutan de una libertad de elección mucho más amplia. En el pasado, sus posibilidades de inversión estaban más limitadas, pero ahora pueden destinar su patrimonio a financiar toda clase de iniciativas a través de métodos muy diversos.
En este escenario hay un componente que está cobrando un protagonismo formidable y seduce tanto a negocios como a inversores: la ética. Cada vez son más las compañías que adquieren compromisos sólidos para impulsar a sus comunidades o para proteger el medioambiente. Asimismo, la cantidad de personas que analizan el comportamiento de las empresas en estos parámetros antes de otorgarles su apoyo económico no deja de crecer.
En definitiva, la ética se está convirtiendo en uno de los criterios más valorados a la hora de tomar las decisiones de inversión.
Mecanismos como el factoring y el confirming permiten incorporar los aspectos éticos en sus operaciones, lo que los ha catapultado durante los últimos años. Según la Asociación Española de Factoring, una institución cuyo nacimiento se remonta al año 1988, ambas fórmulas movieron un volumen de dinero cercano a los 200.000 millones de euros durante el 2021. Y esto se traduce en un crecimiento del 9,38 % con respecto al año anterior.
Pero, ¿en qué consisten y en qué se diferencian el factoring y confirming?
El factoring es un método de financiación que otorga liquidez a las compañías que más lo necesitan. Estos negocios ceden a una entidad de factoring los derechos de cobro de sus facturas, y esta les adelanta esa cantidad de dinero. A cambio, recibe un pequeño interés, del que obtendrá un beneficio. De este modo, la empresa puede cobrar las deudas de sus clientes de forma anticipada.
Esta fórmula ha ganado mucho reconocimiento, y ya es empleada por todo tipo de firmas bancarias. Al comprobar el creciente interés social por este sistema, la mayoría decidieron incorporarla en su cartera de servicios. Sin embargo, en ocasiones no son entidades las que aportan el capital, sino que son los propios ahorradores a nivel individual quienes deciden financiar facturas. Y así aparece el crowdfactoring.
La popularidad del factoring aumenta de manera constante, y los datos de la AEF dejan constancia de ello. Tan solo el año pasado, registró un incremento del 11,56 %, moviendo más de 98.000 millones de euros, un máximo histórico.
No existe una única modalidad de factoring. Esta es una fórmula flexible, por lo que aparecen diferentes categorías en función del alcance de la operación, de si se notifica al deudor y del actor que asuma el riesgo de impago.
Cuando un negocio contrata un servicio de confirming, delega la gestión de los pagos a sus proveedores en una entidad financiera externa. Tras remitirle una serie de indicaciones que la guían en esta tarea, pasa a ser responsabilidad de la firma comunicar a los proveedores cuándo cobrarán la deuda.
La entidad de confirming les ofrece la posibilidad de adelantar dicho cobro, a cambio de pagar una pequeña comisión o un interés, que le generaría un beneficio. Si los proveedores aceptan, a pesar de renunciar a ese porcentaje, obtienen liquidez en momentos que pueden ser cruciales. Si no aceptan las condiciones, deberán esperar a la fecha de vencimiento para recibir el dinero, que les llegará de forma íntegra. La decisión es voluntaria y depende completamente de ellos, la firma tan solo se limita a plantear esta posibilidad.
Esta alternativa presenta múltiples ventajas para las organizaciones. Para comenzar, les facilita las labores administrativas, que pasan a ser gestionadas por expertos, lo que les permite ahorrar tiempo y recursos. A su vez, se produce una mejora de su imagen de marca, ya que aparecen ante sus proveedores como firmas solventes. Al estar avaladas por una entidad financiera, también se incrementa su credibilidad y su fiabilidad.
En resumen, a través del confirming, un inversor adelanta los pagos a los proveedores en nombre del negocio. Pero, ¿qué sucede si estos no están de acuerdo y deciden esperar? Entonces, esos intereses de la operación se sumarían a los que ya recaen en el propio negocio.
Al igual que ocurrió con el factoring, las firmas bancarias convencionales ya se están sumando a esta tendencia. En consecuencia, el boom que sufre este sistema es muy similar. Según la AEF, el confirming creció un 7,32 % durante el año pasado, superando la barrera de los 100.000 millones de euros.
El confirming tampoco es un mecanismo rígido, sino que se adapta a las necesidades específicas de aquellos que lo contratan. Así surgen diferentes modalidades:
Antes de analizar las diferencias entre ambos es importante conocer sus aspectos en común. Tanto el factoring como el confirming son métodos de financiación empleados por los negocios, pues les otorgan liquidez en los momentos más necesarios. Además, los dos se caracterizan por la implicación de tres actores: la compañía, la entidad financiera o inversor y el cliente o proveedor.
La gran diferencia radica en que el factoring abarca a los clientes de la empresa, mientras que el confirming se ocupa de los proveedores. El primero podría considerarse una especie de servicio de cobros, y el segundo un servicio de pagos. No obstante, ambos permiten adelantar esas gestiones.
El interés del factoring recae sobre el negocio, pero los intereses del confirming pueden ser compartidos también por el proveedor. Por otro lado, en el factoring es la propia compañía quien se asegura de recibir el dinero, cuando en el confirming es el proveedor el que tiene garantizado el pago.
Ambos han experimentado aumentos similares. Durante esta última década, el crecimiento de las dos fórmulas ha ido de la mano, con diferencias muy poco notables. Y el futuro dibuja un buen panorama para las dos.
Tan solo en el primer semestre del 2022, el sector de factoring y confirming se elevó un 26,12 % con respecto al mismo período del año anterior. El volumen de sus operaciones ya alcanza los 117.000 millones de euros, y apunta maneras para superar de nuevo un máximo histórico en el cierre de este ejercicio. El reparto es muy equilibrado: 59.000 millones corresponden al factoring, y 58.000 pertenecen al confirming.
Este auge denota el aumento del número de ahorradores y proyectos que buscan una alternativa al sistema financiero tradicional. La aparición de métodos como el factoring y el confirming no solo responde a esta demanda por parte de la sociedad, sino que contribuye a mejorar la igualdad de oportunidades. Y las plataformas de financiación alternativa como Inversa, que ponen en contacto a las personas con las iniciativas sostenibles, son fundamentales para promover la economía real.
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